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Tenemos que acostumbrarnos, las nuevas tecnologías serán frecuentemente un motivo más para tener preocupaciones adicionales en la contención al lavado de dinero.
Una de estas nuevas tecnologías que hoy vemos que poco a poco va teniendo una mayor aceptación es el Bitcoin; dentro de lo que se les denomina Economías Sintéticas, esta moneda digital, implementada en una prueba de concepto en 2009 por Satoshi Nakamoto , ha tenido una evolución interesante y hoy se ubica en el radar de aquellos que se encuentran dando la lucha al lavado de dinero.
Bitcoin no es la única moneda digital que podemos ubicar en el mercado, sin embargo, sí es una de las que mayor aceptación ha tenido. Existen al menos unas 78 divisas virtuales más (de acuerdo al registro que lleva el sitio web coinmarketcap.com), y algunas más que hoy ya son historia con desenlaces inclusive trágicos.
Los adeptos a este tipo de tecnologías o alternativas de pago, arguyen una serie de ventajas entre las que se encuentran, una mayor rapidez para la ejecución de las transacciones y la ausencia de una autoridad central que respalde la divisa, así como de intermediarios, lo que elimina comisiones adicionales que en divisas tradicionales elevan el costo de la transacciones.
Quienes están en contra del uso de este tipo de alternativas de pago, alegan como una desventaja y amenaza la anonimidad de quienes realizan la transacción, lo cual puede ayudar a sostener actividades ilícitas, entre ellas, el terrorismo, la trata de personas y prostitución infantil, tráfico de drogas, etc. La volatilidad de la divisa también es un argumento frecuentemente mencionado como desventaja.
Desde el punto de vista de la tecnología, parecería un tanto complicado adoptar una postura que simplemente inhiba la adopción de una nueva tecnología o que modifique sustancialmente la forma en que ésta se concibió y desarrolló. La naturaleza de los avances tecnológicos es como tal generar artefactos o aplicaciones que nos permitan hacer más fácil lo que ya hacemos; cuando nos encontramos frente a un planteamiento interesante y excepcional, éste puede ser capaz de modificar drásticamente la forma en que se hace algo. A este tipo de tecnologías se les denomina disruptivas y a lo largo de la historia del hombre, las más importantes nos han ayudado a tener progresos importantes.
Desde el punto de vista de aquellos que se encuentran involucrados en la prevención de lavado de dinero, definitivamente las monedas digitales representan una amenaza al sistema implementado, el cual considera procesos e interacciones bajo un determinado control. Resulta lo más fácil para quien está cerca de la lucha al lavado de dinero y un poco más alejado de la tecnología, recomendar tratar a las monedas digitales como una divisa más de esas tradicionales y/o modificar la esencia de cómo esta fue concebida para operar.
Por supuesto que vale la pena analizar con mayor detenimiento, y entre los principales involucrados y afectados, las ventajas y desventajas de las monedas virtuales. Hoy por hoy, nada puede ser más anónimo que el dinero en efectivo y tenemos enfrente una tecnología que con disposición de los diferentes actores involucrados pude mejorarse, teniendo como premisa mantener las ventajas que hoy se aprecian.
Para las entidades financieras reguladas, las monedas virtuales tendrán que comenzar a ser consideradas en sus procesos de cumplimiento y prevención, en el momento en que los gobiernos de los países comiencen a reconocerlas como alternativas reales de pago, con esto temas adicionales, como la recaudación fiscal cuando se trate de compra/venta de productos o servicios, serán también cuestiones importantes a resolver.
El contar con un método de pago alternativo a los tradicionales montados en el sistema financiero actual, representa también una figura de competencia, que puede ayudar a moderar las posiciones, en muchos casos, abusivas de bancos y otros intermediarios financieros.