La sanción impuesta por la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN) de Estados Unidos1 a tres instituciones financieras mexicanas —dos bancos y una casa de bolsa— por presuntamente facilitar operaciones vinculadas con el lavado de dinero derivado del tráfico de fentanilo, abrió una grieta en el sistema financiero mexicano que va más allá del daño reputacional.
Lo ocurrido representa, según especialistas, una llamada de atención directa a las áreas de cumplimiento: no a las normas, no a los manuales, sino a la ejecución efectiva de los mecanismos de prevención y al compromiso real de los oficiales que los dirigen.
“No estamos frente a un vacío regulatorio. Falló la ejecución. Falló el sistema vivo”, resumió Katheryn Oliva, directora de Compliance Woman International, durante la mesa de análisis convocada por la consultora GMC 3602.
En otras palabras: las reglas existen, pero su cumplimiento no lo es todo; hay que ir más allá.

Del papel a la realidad: el cumplimiento inoperante
Durante la discusión, los expertos coincidieron en que el caso evidencia un problema de fondo: muchas instituciones cuentan con manuales impecables y estructuras bien redactadas, pero con una operatividad frágil, desarticulada o simplemente simulada.
“Realmente, lo que hemos visto en todo este caso es una simulación de cumplimiento”, insistió Oliva.
En ese sentido, el caso FinCEN no es solo un tema de corresponsalías suspendidas o bloqueos operativos. Es un síntoma de que el cumplimiento se ha visto como un requisito burocrático más, en lugar de un sistema vivo que debe anticipar riesgos, detectar patrones anómalos y reaccionar con oportunidad.
El rol del oficial de cumplimiento: ¿estratega o espectador?
Uno de los principales señalamientos fue hacia el rol que actualmente tienen los oficiales de cumplimiento dentro de las instituciones financieras. Para algunos, estas figuras ocupan posiciones subordinadas, sin verdadera incidencia en la estrategia corporativa ni respaldo presupuestal.
“Ya se acabó el oficial de cumplimiento de primaria. El oficial de cumplimiento debe ser un ejecutivo de alto nivel”, sentenció Alberto Ávila, socio en Estados Unidos de Assureye.
El problema, expuso, no es solo de estructura, sino de actitud: si los oficiales no se comportan como líderes estratégicos —con visión geopolítica, dominio regulatorio internacional y capacidad analítica—, seguirán marginados del núcleo de decisiones, y sus advertencias continuarán siendo ignoradas.
La falsa tranquilidad del cumplimiento normativo
Los especialistas coincidieron en que el enfoque actual basado en riesgos se ha quedado corto: no por su diseño, sino por la forma en que se aplica.
“El enfoque basado en riesgos no es infalible… El esquema está agotado. Necesitamos mucho más que reportes de operaciones inusuales”, afirmó uno de los especialistas.
Recordó que, ante la inercia institucional, el sistema comienza a “dormir entre mariachis”, en alusión a cómo los riesgos dejan de ser estridentes cuando se vuelven cotidianos: “Lo que para nosotros puede ser normal, para los reguladores extranjeros es inaceptable”.
La prevención no se terceriza
La discusión también abordó el riesgo de delegar la responsabilidad del cumplimiento a consultores externos o a sistemas automatizados sin supervisión crítica.
Según los expertos, es momento de sacudirse a los “falsos gurús y de remedios fáciles”, pues no hay soluciones sin esfuerzo, ya que las áreas de cumplimiento requieren técnica, claridad y profesionalismo.
Las señales se ignoraron
De acuerdo con Ávila, Estados Unidos había advertido en foros oficiales su intención de tratar el narcotráfico y el financiamiento al fentanilo como asuntos de terrorismo internacional. Esa advertencia, dijo, no generó cambios sustanciales en los esquemas de prevención en México.
“Estados Unidos ya había dicho: todas las operaciones de narcotráfico me preocupan y las voy a subir a nivel de terrorismo. ¿Qué se hizo desde entonces? Nada”.
No es gasto: es inversión
Uno de los ejes centrales del análisis fue económico. Las áreas de cumplimiento suelen ser vistas como centros de gasto. Sin embargo, los expertos insistieron en que este enfoque ya no es sostenible.
“¿Cuánto les está costando hoy a estas instituciones no haber invertido antes en cumplimiento?”, planteó Elimelec Moreno, presidente de la Asociación Nacional de Oficiales y Encargados de Cumplimiento Certificados (Asonoc).
La interrupción de operaciones internacionales, la pérdida de reputación y la imposibilidad de trabajar con corresponsales estadounidenses es mucho más costosa que haber destinado recursos, tiempo y atención a fortalecer los equipos de cumplimiento.
El cumplimiento que incomoda es el que protege
El mensaje de cierre fue directo: el oficial de cumplimiento debe abandonar el papel de “zombie funcional” —que solo réplica procesos— y convertirse en un vigilante ético con pensamiento crítico y visión de riesgo global.
“El cumplimiento que incomoda es el que verdaderamente previene y protege”, concluyó Oliva.
El caso FinCEN no es una anécdota aislada. Es un punto de inflexión. Y también, una advertencia: el sistema de cumplimiento puede proteger a una institución… o arrastrarla al abismo. Todo depende de cómo se entienda y de quién lo lidere.

Bibliografía:
- Treasury Issues Historic Orders under Powerful New Authority to Counter Fentanyl. (2025b, febrero 8). U.S. Department Of The Treasury. https://home.treasury.gov/news/press-releases/sb0179 ↩︎
- YouTube. (s. f.). https://www.youtube.com/live/TTSvwhziNHc ↩︎
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