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La relación entre el lavado de dinero y la tecnología es bastante añeja, tal vez desde el momento en que la tecnología comenzó a tener un papel relevante en los sistemas financieros y su acceso se masificó. 

Hoy es claro que tanto para el que está motivado a blanquear capitales, como para el que está encargado de impedir que esto suceda (entidades financieras y regulatorias) y para el que se encuentra irremediablemente en el medio (entidades financieras), la tecnología es un elemento relevante y que en función de su buena aplicación, determinará el éxito de los objetivos de cada uno de estos involucrados. 

Los Sistemas de Pago por Internet y Dispositivos Móviles (MIPS por sus siglas en inglés), las Economías Sintéticas (que incluyen a las monedas virtuales como por ejemplo Bitcoin), Redes Sociales, entre otras tecnologías actuales y de tendencia, son el resultados de avances científicos y tecnológicos que por un lado facilitan la vida a mucha gente, pero que también están en el análisis y estudio de grupos delincuenciales. 

El lavador de dinero, con los fuertes incentivos de la propia actividad (se dice que entre México y Estados Unidos se lavan anualmente 29 mil millones de dólares), adicional a la disponibilidad de grandes recursos financieros, se encuentra lo suficientemente motivado y dispuesto a adoptar de manera temprana tecnología que le permita hacer más fácil y efectiva su actividad. La liberación de nuevos productos financieros, así como las tendencias de mercados económicos, en especial de los globales e internacionales, le serán de gran interés y entender apropiadamente la forma en que funcionan, complementarán su estrategia delincuencial. En muchos casos, esta actitud ante la tecnología, lo pondrá a la delantera de aquellos que quieren impedir su actividad o que simplemente quieren protegerse de la misma. 

Las entidades financieras, debido a que la prevención de lavado de dinero no es propiamente su proceso esencial y a que no existen incentivos de peso para que su postura hacia el lavado de dinero sea más efectiva (existes varios ejemplos en donde las multas que imponen entidades de supervisión a bancos representan un monto mínimo con relación a sus utilidades), parecería que permanecen un tanto a la retaguardia en cuanto a la adopción e implementación de nuevas tecnologías que ayuden a la lucha contra el blanqueo de capitales. El análisis de riesgo y la toma de éste, así como las estructuras complejas para la toma de decisiones, son factores que ayudan a argumentar la lenta adopción e implementación de nuevas tecnologías de prevención de lavado de dinero. 

Los tiempos que vivimos, nos han acostumbrado al constante despliegue de nuevas tecnologías, especialmente aquellas relacionadas a las Tecnologías de Información, provocando un ecosistema tecnológico actual tan complejo que entenderlo parecería estar al alcance de sólo algunos cuantos. 

De haber próximamente elementos que impulsen a las entidades financieras a reforzar sus prácticas de prevención de lavado de dinero, los funcionarios responsables de implementar estas prácticas deberán estar muy alertas de las nuevas tecnologías, así como tener suficientemente claro el papel que juegan estas en el lavado de dinero y en la prevención de lavado de dinero.