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Después de casi 18 años del Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) de Banco de México (Banxico), este organismo ha dado los primeros pasos hacia una nueva fase de dicho esquema (SPEI 2.0), el cual daría paso a la creación de la moneda digital del banco central; sin embargo, han comenzado a surgir versiones de que transitar hacia una nueva etapa conllevaría serios riesgos para entidades financieras de distintos sectores, como el de tecnología financiera o fintech.

El pasado 23 de marzo, Banco de México publicó en el Diario Oficial distintas circulares, entre ellas la 1/2022, relativa a las modificaciones a la Circular 14/2017, misma que modificaría las reglas del SPEI con el fin de regular la participación indirecta de entidades financieras en dicho sistema, ampliar sus capacidades de procesamiento e implementar medidas a favor de los clientes usuarios del SPEI.

“Al regular la participación indirecta de entidades financieras en el SPEI, se establecen criterios estandarizados y accesibles para la provisión de tales servicios por parte de los participantes, a fin de que los clientes de dichas entidades financieras cuenten con las mismas medidas de protección y niveles de servicio que los clientes de los participantes (directos) del SPEI, promoviendo la protección de los intereses de los clientes usuarios”, se puede leer en la circular publicada en el DOF.

El SPEI de Banxico inició operaciones el 13 de agosto del 2018 y permite realizar transferencias de fondos entre sus participantes; llevar información para indicar si un cliente ordenó el pago y, en su caso, para identificarlo; así como también llevar información para instruir al participante receptor para que acredite el pago a uno de sus clientes.

Actualmente, existen cerca de 80 entidades financieras conectadas de manera directa al SPEI; sin embargo, también existen los participantes indirectos, es decir, los clientes de un participante directo, que, por medio de un acuerdo de participación indirecta, pueden procesar, por medio de su socio (participante directo), el envío y recepción de órdenes de transferencias a favor de sus clientes.

En pocas palabras, los participantes indirectos no están conectados directamente al SPEI, pero, gracias al convenio con los directos, pueden ofrecer este servicio.

De acuerdo con Banxico, se estima que este año, las operaciones en el SPEI tengan un crecimiento de 52%, respecto a las registradas en el 2021, para lograr la cifra de 3,104 millones de transacciones, con un crecimiento anual de más de 50% en las operaciones de un monto menor a 8,000 pesos, las cuales actualmente representan 80% de los movimientos totales.

La complejidad

Esta nueva circular, que, si bien fue publicada en el DOF, todavía puede tener modificaciones ante los comentarios de las industrias, podría impactar directamente al sector de tecnología financiera (o fintech), especialmente al segmento de Instituciones de Fondos de Pago Electrónico.

Este medio cuenta con un análisis al respecto elaborado por participantes de la industria que pidieron no se mencionaran para esta nota. En dicho documento, se detalla que actualmente las fintech pueden decidir ser participantes directos o indirectos, de acuerdo con lo que convenga a sus clientes y estrategia de negocio.

Si son participantes indirectos, pagan por la prestación de conectividad al SPEI a uno directo. Con esto, según el documento, las fintech que son participantes indirectos del sistema no incurren en costos hundidos y fijos que implica conectarse de manera directa.

El problema, según el análisis, llega con la circular publicada por Banxico, pues, asegura, pretende eliminar la libertad de cada fintech de elegir cómo sumarse al SPEI.

De acuerdo con el documento, la circular obliga a los participantes indirectos que inicien su proceso para conectarse directamente cuando superen uno de los tres límites de tamaño que señala la circular:

  • Que el participante indirecto cuente con más de 100,000 cuentas.
  • En un periodo de 12 meses consecutivos envíe o reciba 1 millón 200,000 transferencias o más.
  • En un periodo de 12 meses consecutivos envíe o reciba transferencias por un agregado superior al equivalente a 3 millones 600,000 UDIS (Alrededor de 26 millones de pesos).

Una vez que los participantes directos rebasen alguno de estos tres límites, tendrán que iniciar su proceso y ser aprobados dentro de los siguientes 12 meses para conectarse directamente al SPEI.

Según el documento, los participantes que están por debajo de dichos límites actualmente tienen una participación de mercado en su conjunto de 0.07% y se espera que, en 10 años, ésta sea de apenas de 0.004%, es decir, que prácticamente todos los participantes indirectos estarían obligados a atender la circular.

Pero el tema se complica por todo lo que se requiere para ser participante directo. De acuerdo con el análisis, estos son los requisitos más relevantes para ser participantes directos:

  • Contar con infraestructura tecnológica (física y virtual) dedicada al aplicativo al SPEI.
  • Personal especializado en el SPEI y con mínimo tres años de experiencia.
  • Cumplir con un total de 292 requisitos en diferentes rubros.

De acuerdo con el análisis, debido a que muchos procesos se tienen que hacer de forma secuencial, es decir, no se pueden empezar antes de haber terminado los anteriores, el tiempo estimado de conexión directa al SPEI, en un escenario favorable, es de casi dos años, cuando la circular obliga a hacerlo en un periodo de 12 meses.

En este contexto, el análisis menciona las dificultades que tendría la mayor parte de la industria fintech al obligarla a ser participante directa, lo cual tendría un impacto directo en sus costos, operatividad e incluso estrategia de negocio que impacte en el avance de la inclusión financiera de México.

Estrategia SPEI 2.0

Hace algunos meses, Banxico publicó en su portal la estrategia que tomaría en los próximos años, y en la cual contempla la creación de su moneda digital que funcionaría en los rieles del SPEI. En este escenario, el plan es robustecer dicho sistema para que sea un sistema altamente escalable; que tenga mecanismos de alta disponibilidad tecnológica; que cuente con esquemas de continuidad operativa expeditos; interoperabilidad plena entre sistemas de pagos y capacidad de ofrecer servicios al sistema financiero amplío.

Para lograrlo, Banxico planea fundamentar su estrategia en cuatro pilares: tecnología, operación, regulación y supervisión. En este escenario, el organismo ha comenzado, con las circulares publicadas, con los primeros cambios, como, por ejemplo, que, a partir del 20 de septiembre próximo, el monto de las transferencias por SPEI de bajo valor, será de 21,000 pesos, no de 8,000 como se consideran ahora.

Hace algunas semanas, Irene Espinosa, subgobernadora del banco central, explicó a este medio que, para llegar a la moneda digital, tan llamativa en la actualidad, es necesario pasar por un proceso de tres etapas, donde la primera consiste en los cambios regulatorios recién publicados en el DOF.

“La primera etapa es donde se podrán hacer transferencias basadas en un único dato, es decir, un número telefónico que esté ligado a una cuenta bancaria, en la segunda etapa serán pagos tokenizados donde se podrá generar un primer registro encriptado sobre el pago; y la tercera etapa es propiamente una moneda digital emitida por el banco central”, comentó Espinosa Cantellano.

Respecto a la regulación recién publicada en el DOF, la subgobernadora de Banxico explicó: “Esperemos que, en los próximos meses, luego de tener la retroalimentación de los participantes del sistema financiero y del público en general, tener la regulación e iniciar operaciones sobre esta primera etapa”.

Espinosa Cantellano acotó que las etapas se construyen una sobre otra, lo que permite construir un enfoque gradual con el fin de llegar a la emisión de la moneda digital, sin que esto signifique una fecha específica. “Es bueno ir por etapas, ir viendo cómo se van implementando las etapas previas”.

Se espera que este lunes 18 de abril, los participantes de la industria fijen sus posturas de manera pública.

Ver fuente: El economista