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 Una de las palabras de moda en el argot mundial es la de «inteligencia artificial». En noticias, series, películas, libros, etcétera, esta época nos sugiere algo que puede sonar muy vago, pero también con mucho sentido: El futuro nos alcanzó. 

Asimismo, desde hace algunos años, el tema de las criptomonedas se convirtió en una parte fundamental para cualquier plática, clase, análisis o lo que tenga relación con el mundo financiero actual. 

Estas dos aristas del mundo actual, las criptomonedas y la inteligencia artificial, representan un avance en la evolución de la humanidad. Actualmente, me atrevo a decir, es complicado vislumbrar el futuro sin la incidencia de estos dos temas. 

De acuerdo con la analítica de Google, el tema de la inteligencia artificial comenzó a ser relevante en el mundo, con base en las búsquedas de esta herramienta, a partir de noviembre del 2022; en cuestión de las criptomonedas, bajo el término Bitcoin, fue a partir de septiembre del 2017. 

Sin embargo, esto no ha pasado desapercibido por organismos que, digamos, de alguna manera son de gran importancia para el camino de la humanidad. ¿A qué me refiero? Resulta que, en un escenario donde los fenómenos naturales son cada vez más catastróficos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha puesto en la mira el tema de la inteligencia artificial y las criptomonedas, para encaminarlos a la ruta de la sustentabilidad. 

 ¿Por qué lo hace? 

 Hace algunos días, en la página del FMI, se publicó un análisis sobre el consumo de energía tanto de la inteligencia artificial como de la criptominería1. En él, el organismo internacional puntualiza que si bien, estas dos actividades tienen beneficios sociales y económicos, es innegable su impacto climático. 

En el reporte, el organismo ejemplifica que debido a la electricidad que utilizan los equipos de alta potencia para «minar» criptoactivos, una transacción de Bitcoin requiere aproximadamente la misma cantidad de electricidad que consume una persona promedio en Ghana o Pakistán en tres años. 

Asimismo, las consultas de ChatGPT, requieren 10 veces más electricidad que una búsqueda en Google, debido a la electricidad que consumen los centros de datos de Inteligencia Artificial. 

 «La minería de criptomonedas y los centros de datos juntos representaron el 2% de la demanda mundial de electricidad en el 2022. Y es probable que esa participación suba a 3.5% en tres años, según nuestras estimaciones basadas en proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía», describe el análisis. 

En caso de concretarse estas proyecciones, tanto la criptominería como la inteligencia artificial tendrían en los próximos años el consumo actual de Japón, el quinto mayor consumidor de electricidad a nivel mundial, según estimaciones del organismo. 

Así, la minería de criptomonedas podría alcanzar 0.7% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono para el 2027 y si se amplía el análisis para los centros de datos, las emisiones podrían alcanzar los 450 millones de toneladas en los próximos tres años, es decir 1.2% del total mundial. 

¿Cómo mitigar todo esto? 

De acuerdo con el análisis, un sistema impositivo sería una forma de orientar a las empresas de este mercado hacia la reducción de emisiones de dióxido de carbono. 

Con base en un reciente documento del FMI, el organismo llegó a las siguientes conclusiones: 

  • Un impuesto directo de 0.047 dólares por kilovatio obligaría a la industria de la minería de criptomonedas a reducir sus emisiones en línea con los objetivos globales. 
  • Si se considera también el impacto de la contaminación atmosférica en la salud local, dicha tasa impositiva aumentaría a 0.089 dólares, lo que, según el FMI, se traduciría en un aumento de 85% en el precio medio de la electricidad para mineros. 
  • Un impuesto de este tipo aumentaría los ingresos anuales gubernamentales en 5,200 millones de dólares a nivel mundial y, según el FMI, reduciría las emisiones anuales en 100 millones de toneladas. 
  • Si se fija un impuesto sobre el consumo de energía en los centros de datos de 0.032 dólares por kilovatio hora o de 0.052 dólares si se incluye los costos de la contaminación del aire, esto podría suponer una recaudación de hasta 18,000 dólares anuales. 

En el reporte, se enfatiza que actualmente, la situación para centros de datos y mineros de criptomonedas es de generosas exenciones e incentivos fiscales sobre la renta, el consumo y la propiedad. 

«Si se tienen en cuenta los daños ambientales, la falta de empleo significativo y las presiones sobre la red eléctrica (que posiblemente aumenten los precios para los hogares y reduzcan la demanda de otros bienes con bajas emisiones, como los vehículos eléctricos), los beneficios netos de estos regímenes fiscales especiales son, en el mejor de los casos, inciertos», se puede leer en el análisis. 

¿Todavía se está a tiempo? 

El FMI sabe que la ventana de oportunidad para contener los efectos del cambio climático se cierra de manera acelerada, por lo que urgió a los diseñadores de políticas públicas a estructurar medidas específicas, como la tributación, para mitigar las crecientes emisiones de la minería de criptomonedas y los centros de datos. 

En este escenario, el FMI ve como un reto el tema de la coordinación transfronteriza para un régimen tributario aplicado a estas dos ramas, pues, argumenta, que la adopción de medidas más estrictas en un país podría fomentar la reubicación en jurisdicciones con estándares más bajos, es decir, se crearía una especie de arbitraje regulatorio entre gobiernos. 

Un tema complejo que el FMI pone en la discusión, especialmente en un auge de tecnología que ha dado paso a la innovación en muchos ámbitos, pero que, sin duda, tiene un impacto en el cambio climático. ¿Habrá punto medio entre la sostenibilidad y la innovación? Como siempre, la mejor opinión es la de usted. 

Bibliografía:

  1. Carbon Emissions from AI and Crypto Are Surging and Tax Policy Can Help. (2024, 15 agosto). IMF. https://www.imf.org/en/Blogs/Articles/2024/08/15/carbon-emissions-from-ai-and-crypto-are-surging-and-tax-policy-can-help  ↩︎
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